viernes, 4 de abril de 2025

 Juan Cuvi

Juan Cuvi

Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.

Oportunidad desperdiciada para el cine nacional

A falta de una institucionalidad democrática sólida, las élites del país, de cualquier raigambre que sean, se encargan de construir una institucionalidad paralela. Por ejemplo, confundir o mezclar las esferas de lo público y lo privado para obtener un doble provecho.

Definitivamente, la producción cinematográfica no es nuestro fuerte; de otro modo, ya tendríamos a un ejército de guionistas desarrollando el libreto para la gran telenovela nacional, y a decenas de productores consiguiendo recursos para financiar un proyecto que, a todas luces, sería un éxito de taquilla.

Los insumos están a la mano. Tenemos a los personajes: Daniel, Gabriela, Lavinia y Anabella; tenemos los ingredientes de la trama: poder, riqueza, política, un divorcio mal llevado, celos, disputas familiares y hasta una niña en medio de la tormenta (una niña cuyo nombre, por mandato legal, no puedo mencionar, so pena de terminar con mis huesos en la cárcel); tenemos el escenario: una república bananera tomada por el narcotráfico; y tenemos un trasfondo siniestro e intrigante, como para asegurar un desenlace sublime: el personaje principal es amigo cercano del arrebatado presidente de la primera potencia del plantea. La mesa está servida para el que quiera comerse el banquete.

Muchos se preguntarán por qué hemos llegado a esta situación. Y la respuesta es sencilla: a falta de una institucionalidad democrática sólida, las élites del país, de cualquier raigambre que sean, se encargan de construir una institucionalidad paralela. Por ejemplo, confundir o mezclar las esferas de lo público y lo privado para obtener un doble provecho.

La vieja idea patrimonialista de que un cargo público acarrea un derecho privado se reproduce en todos los ámbitos de la vida nacional. Desde el presidente a una junta parroquial hasta el primer mandatario de la nación, pasando por la interminable lista de funcionarios públicos de carrera, designación o elección popular, todos actúan como si la función encomendada les perteneciera. Utilizar un vehículo del Estado para recoger al guagua de la escuela está tan naturalizado como entregar grandes concesiones a las empresas de la familia. O presionar desde el poder a la justicia para resolver asuntos personales. La concepción oligárquica del poder, esa tara perversa heredada de la colonia, ha invadido hasta el último resquicio de la sociedad.

Por eso, precisamente, sacarse los cueros al sol es el recurso predilecto de nuestros políticos criollos, porque tiene más impacto destapar inconductas personales que cuestionar posturas de fondo. Sobre todo cuando se hallan en medio de una campaña electoral. El último debate presidencial es la prueba más fehaciente de esta práctica.

La diferencia de fondo en el caso de los conflictos por los que atraviesa la familia presidencial es su impacto general. El drama es de altísimo nivel. Que hayan llevado a la exesposa del presidente de la república a dar su versión sobre un juicio civil en el pleno de la Asamblea Nacional rompe con los límites de la propia politiquería nacional. Y abona para que la gran telenovela ecuatoriana, de realizarse, sea más apasionada y excitante. Si estuviéramos en México, la telenovela saldría en cuestión de semanas.

 EL SILENCIO

René Cardoso Segarra
Ni en las peores épocas de las dictaduras he sentido tanto silencio de las instituciones llamadas a defender la Constitución, el orden jurídico del país, las leyes. El silencio de esas instituciones es como un látigo que azota las denuncias ciudadanas, sus demandas de justicia, sus derechos, las evidencias clarísimas de la violación de los códigos básicos de la democracia. Flagelación que deja lacerantes heridas en la desnudez del cuerpo en inanición de la Patria, de los ciudadanos de a pie que vemos con impotencia el desmembramiento de la moribunda democracia ecuatoriana.
Los silencios se hacen cada vez más hirientes. Desprecian la opinión ciudadana. Atamaint es el rostro tenebroso de ese imperio de abuso del poder, de ese reino del silencio más oscuro, negro. La Fiscalía, la Corte Constitucional, el Tribunal Contencioso Electoral, y por supuesto el funesto Consejo Nacional Electoral, conforman la perversa asociación para dejar vía libre a los intereses políticos de una clase económica poderosa. Nada dicen. Nada hacen. Nada ven. Nada sienten. Nada responden. Nada se inmutan. Nada respetan. El silencio es su macabro himno, su réquiem por el que la historia, tarde o temprano, les juzgará.
Los ciudadanos conscientes del valor de la democracia, educados en la historia de las ideas, en los procesos de la historia universal, en la ética, la moral, los principios básicos de la civilización humana, en las enseñanzas de grandes maestros y maestras de la academia, o en los propios valores inculcados en la familia, al parecer estamos comenzando a vivir en un tiempo que ya no es el nuestro, que ya no nos pertenece. Un tiempo en el que hemos esperado y esperado. Un tiempo del vacío de las ideas políticas, del país en eternas elecciones. De las mentiras que no duran ni el tiempo de un suspiro.
Pero no quiero perder la esperanza pues en la misma deposito la fe de unos mejores días para mis hijos y nietos. Yo no lo viviré, pero espero que de estas sombras nazca la luminosidad de la sensatez. Como dijo Hesíodo en su Teogonía: antes de que apareciera la luz estuvo el caos, e incluso de la noche nació el propio día. ¡Qué metáfora, la luz como hija de la oscuridad! (Fotografía: René Cardoso)
Puede ser una imagen en blanco y negro

 EL CUENTO DEL “LIBRE COMERCIO” AL DESNUDO

Por Alberto Acosta¹                                                                                                                                                              .

“Nos estamos jugando el modelo de sociedad para las próximas décadas.  Porque en este mundo en llamas, el conflicto de fondo es aquel que enfrenta al capital contra la vida, a los intereses privados contra los bienes comunes, a las mercancías contra los derechos.”

Miguel Urbán Crespo, Eurodiputado 2015-2024

Todo indica que entramos más y más en un nuevo y complejo período en la historia de la Humanidad. Instituciones internacionales de la postguerra, como Naciones Unidas, creadas para asegurar la Paz e impulsar “el desarrollo”, estableciendo normas económicas para intentar alentar relaciones fluidas entre los países, están seriamente debilitadas.

Los principios que sustentaban el modelo de democracia inspirados en la fantasía del “sueño americano” se desvanecen a pasos acelerados. La expulsión de un grupo de ciudadanos venezolanos, para confinarlos en una cárcel en El Salvador, atropellando una decisión judicial, es solo una de tantas muestras de la crueldad cada vez más arraigada en la política de los EEUU y de otras partes del planeta. Se trata de “una crueldad bien afinada”, ejercida contra migrantes y refugiados, como reclamaba un líder regional de Alternativa para Alemania (AfD), partido de extrema derecha catapultado al segundo lugar en las recientes elecciones.

Los derechos alcanzados en largas jornadas de lucha son atacados sistemáticamente a nivel global, desde posiciones cargadas de resentimientos y odio. Dicen combatir la “ideología” woke, es decir las libertades individuales, los derechos colectivos, los derechos de las mujeres y de las minorías sexuales, los derechos de las colectividades afro e indígenas y los derechos laborales. También arremeten contra los Derechos de la Naturaleza y, por supuesto, contra sentimientos como la compasión, la empatía y las prácticas de cuidado, solidarias y recíprocas. Rasgos fascistas emergen por todo lado.

Nos encontramos, en especial, frente al desesperado intento de un imperio decadente por recuperar el poderío de otros tiempos, provocando nuevos y acelerando viejos enfrentamientos inter imperiales, en medio de una policrisis con rasgos de colapso civilizatorio.

Con la avalancha de decisiones desatada por el presidente Donald Trump como telón de fondo, gran parte de la atención general se concentra en la guerra arancelaria, la que provoca un profundo cuestionamiento de un libre comercio imposible de practicar, pero dogma indiscutible del discurso hegemónico.

A escala internacional la libertad de comercio nunca ha existido. Ni siquiera Gran Bretaña, el primer imperio capitalista industrializado con vocación de dominio global, practicó la tan pregonada libertad comercial. Fue gracias a su poderío naval como impuso sus intereses en el siglo XIX: a cañonazos introdujo el opio en China, o bloqueó los mercados de sus extensas colonias o de los bisoños países recién independizados en América del Sur para monopolizar en ellos la venta de textiles elaborados en Manchester y Lancashire. Las otras potencias europeas tampoco constituyeron una excepción.

En la otra orilla del Atlántico, con una economía mucho menos competitiva que la británica, EEUU repudió inicialmente el libre comercio. Ulysses Grant, héroe de la guerra de secesión y presidente de EEUU entre1868 y 1876, declaró que “dentro de 200 años, cuando América haya obtenido del proteccionismo todo lo que pueda ofrecer, también adoptará el libre comercio”. Y vaya que lograron sus objetivos, gracias a barreras comerciales de todo tipo, e incluso apoyándose una y otra vez en sus marines. Así, cuando surgió como vencedor de la segunda guerra mundial, respaldado por la industria manufacturera más grande y productiva del mundo, EEUU finalmente aceptó el mantra de las ventajas comparativas y presionó en el GATT – el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (en inglés General Agreement on Tariffs and Trade) para que todos asuman el dogma del libre comercio.

Ni los países asiáticos, Japón o China, ni Rusia, han sido o son librecambistas.

Lo cierto es que una vez que un país rico ha logrado sus objetivos, reclama a los demás la apertura comercial, la desregulación económica, el desmantelamiento de barreras para los flujos de capitales, en suma, la adopción de instituciones funcionales a la acumulación de capital. Solo entonces invocan la vieja teoría de las ventajas comparativas. Y esa narrativa está siendo pulverizada por el presidente Trump en estos días. Este giro prueba que las recetas del neoliberalismo -neocolonial en su esencia- han fracasado. Ya no sirven para facilitar al capital las tasas de ganancia esperadas por los accionistas de las transnacionales, ni para generar condiciones mínimas de subsistencia a la mayoría de la población incluso en los países del capitalismo metropolitano.

La libertad económica no pasa de ser una entelequia. La división internacional del trabajo, globalizada en función de los requerimientos del capital transnacional, exige hoy ajustes que destrozan principios que se consideraban inamovibles. Poco importa que esto implique debilitar la otrora sacrosanta OMC: Organización Mundial de Comercio, sucesora del GATT, o desmontar las normas internacionales con las que supuestamente se administraba el capitalismo globalizado. En estos días, en medio del desconcierto orquestado por Donald Trump presenciamos cómo se desbarata, sin pudor alguno, el cuento del libre comercio, como parte de una estrategia cocinada con mucha anticipación por la oligarquía transnacional que lo respalda.

Hoy vemos cómo se desvanecen en el aire los mal llamados tratados de libre comercio (TLC), al fragor de la guerra arancelaria desatada por Trump en contra de sus socios comerciales contiguos (Canadá y México). Guerra arancelaria que se extiende a China, su némesis geopolítica y económica, y a otros países, como los de la Unión Europea. Y muchos de estos países responden con medidas similares, como si estuvieran empeñados en reeditar la política de empobrecer al vecino (la “beggar-my-neighbor policy”), que aceleró la gran depresión en los años treinta del siglo pasado.

En realidad, no hay motivo para sorprenderse. El neoproteccionismo ha estado presente desde hace rato. En las últimas décadas EEUU optó, una y otra vez, por una política comercial que combina el proteccionismo en los sectores en los que ha perdido competitividad, con la promoción del libre comercio en los sectores en que son competitivos. La novedad de estos días es que, en medio de un insostenible déficit de la balanza de bienes y servicios, la aparente “guerra comercial más tonta de la historia”, como la ha calificado The Wall Street Journal con aparente ingenuidad, es en verdad una “fuga hacia adelante”, optando por mayores niveles arancelarios, en un intento simultáneo de relanzar su alicaída economía y recuperar la condición hegemónica de su moneda -el dólar- con poder liberatorio global.

La inexistencia de un mercado mundial libre no quiere decir que su establecimiento aseguraría los objetivos planteados por sus panegíricos. El funcionamiento de los mercados, para los fines instrumentales que el capital les asigna, exige que no sean completamente libres. Mercados respaldados en esquemas liberalizadores nunca han funcionado bien y han acabado en catástrofes económicas. En la práctica el mal llamado “libre comercio” ha sido inmoral, ineficiente e injusto. Incluso ha conducido al caos a sociedades enteras y ha destruido la Naturaleza. La creencia de que existe -y que funciona- la “mano invisible” siempre ha permitido la acción impune de manos visibles…

No es fácil anticipar hacia dónde evolucionara? el mundo y cómo los grupos de poder global lo refuncionalizarán para mantener activa la mega-máquina de acumulación y muerte que es el capitalismo. El momento es terrible. La violencia y la destrucción, la crueldad y la mentira, están normalizadas. Lo confirman la reacción pasiva de muchos gobiernos y la tolerancia de amplios segmentos de la población mundial frente al genocidio del pueblo palestino o ante el mismo colapso ecológico, que ha perdido su protagonismo desplazado más y más ante las crecientes presiones autoritarias y militaristas.

Las armas recuperan su condición de primer argumento de política internacional de las grandes potencias. Los países de la Unión Europea quieren recobrar el poder militar cedido a EEUU luego de la segunda guerra mundial. Rusia está en plan de engullir territorios aledaños. China ejercita su musculatura militar y se muestra dispuesta a la confrontación. El ejército estadunidense es abiertamente instrumentado como mercenario del capital transnacional; mientras que, sin rubor, el otrora “guardián de la libertad y de la democracia” actúa abiertamente como sicario mafioso, para atemorizar a quienes no muestran docilidad.

Con esta perspectiva, de vuelta al plano económico, es necesario tener presente que el comercio y el financiamiento externo han sido y son mecanismos insustituibles para transferir riquezas y concentrar ventajas a favor de los países ricos. La deuda externa ha servido y sirve como un mecanismo violento cuyo objetivo es forzar al país deudor a cumplir la voluntad de sus acreedores. Después del mercado financiero, el comercio exterior ha sido y es el medio que más velozmente procesa los requerimientos del capitalismo metropolitano. Estos son los canales de la inserción sumisa de los países latinoamericanos en la globalización del capital.

Desde su “descubrimiento” América Latina fue utilizada como territorio para la expansión colonial de las potencias europeas. Al ser forzada a integrarse en la naciente división internacional del trabajo como productora y exportadora de materias primas, que sustentó el despliegue del capitalismo. Durante siglos los actuales países industrializados impusieron sus intereses, sus patrones de consumo y de producción. A partir de esta relación asimétrica consolidaron su posición dominante en la economía global. Ahora, en medio de la disputa inter-imperialista en la que nos debatimos -con imperios en auge, como el chino; con imperios en decadencia, como el estadunidense; con imperios en reconstrucción, como el ruso; y, asediados por otras naciones globalmente emergentes, como la India- se ha desatado una voraz carrera para asegurarse recursos estratégicos vitales en sus planes expansionistas. Sea que endosen el negacionismo ecológico, o que finjan preocupación por el colapso ecológico, todas esas potencias impulsan un “colonialismo verde” que les asegure minerales estratégicos y el control de la mayor cantidad de territorios latinoamericanos, africanos, asiáticos e inclusive europeos.

Como resultado de estos empeños imperiales, con la obtención de ganancias como gran leitmotiv y la codicia como la gran locomotora social, se acelera el proceso simultáneo de deshumanización de la Humanidad y de desnaturalización de la Naturaleza.

Todo esto impacta diferenciadamente en Latinoamérica. En una región caracterizada por la heterogeneidad, las modalidades de inserción en la economía global y los alcances de esta dependen de las diversas realidades nacionales. Más complicada es la realidad regional con Brasil, que no archiva sus ínfulas sub-imperiales. En la práctica, luego de medio siglo de neoliberalismo y renovados extractivismos, con los capitales del crimen transnacional desbocados y copando la institucionalidad de varios países, la desintegración regional es inocultable.

Estamos presenciando la demolición de la arquitectura política y económica de la postguerra, con una Organización de Naciones Unidas debilitada y con algunas de sus instituciones en franco desmantelamiento. En este escenario cobra renovada fuerza la necesidad de una real integración regional, lo más autónoma y amplia que sea posible. No sirven de nada los discursos vacíos de contenido práctico de los progresismos.

En este momento, con gobernantes de tan disímiles orientaciones ideológicas, las alternativas pasan -o deberían pasar- por acciones unitarias desde abajo, que aglutinen a los pueblos de la región. Además, cuando hasta la apología del individualismo a ultranza comienza a hacer agua, las respuestas comunitarias, como base para una creciente radicalización de la democracia, son cada vez más urgentes y necesarias.

Para concluir esta apretada lectura de la realidad mundial, es imperativo reconocer que es posible y necesario diferenciar los diversos tipos de capitalismo realmente existentes -anglosajón, renano, nipón, chino, ruso, periférico-, pero no es suficiente. Muchos menos admitir la posibilidad de administrar el capitalismo de forma auténticamente democrática. Lo que interesa, una vez más, es identificar cuál es la matriz profunda del capitalismo, en tanto sistema de valores, en tanto modo civilizatorio que se nutre de sofocar la vida misma. Es necesario rebasar la descripción epidérmica del sistema; pues, así como las serpientes cambian periódicamente de piel para seguir creciendo, el capitalismo se mimetiza, se camufla y sigue reptando, pero no deja de ser capitalismo.

Entonces, el gran reto consiste en comprender la esencia del capitalismo, para no quedarnos estudiando “las pieles” que va dejando en su camino y menos aún para equivocarnos creyendo que la serpiente a muerto. Esto es vital, en un momento en que parecería que transitamos por una senda capitalista post-neoliberal, cada vez más brutal y deshumanizada, a la par que desnaturalizada.-

[1] Economista ecuatoriano. Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador (2007-2008).

 EL USO RACIONAL DE LA RESERVA MONETARIA: Hablemos de un tema incómodo. 

Por Alberto Acosta

 “El propósito del estudio de la economía no es adquirir un conjunto de respuestas prefabricadas a las preguntas económicas, sino aprender a evitar ser engañados por los economistas.” 

Joan Robinson, Economista británica.

La reacción frente a la simple propuesta de un uso razonable y responsable de una parte de la reserva monetaria internacional es increíble. Quienes se oponen, atorados en su angustia, más parecen babosas puestas sal… se retuercen, vociferan, agreden… Resulta inaudita la incapacidad de argumentar y debatir. Igual sucede con la dolarización transformada en el gran totem de la vida económica y hasta política del país.

Con el simple afán de provocar una discusión sensata, abordemos algunas cuestiones sobre esta materia.

Una reserva, en cualquier caso, es un resguardo que se hace de algo en prevención de lo que pueda suceder en el tiempo. Así, por ejemplo, se reserva agua para épocas de sequia, alimentos para las épocas de escasez y así por el estilo. Lo mismo sucede cuando se crea una reserva de dinero. La reserva monetaria, en consecuencia, es un conjunto de fondos que se guardan para futuras necesidades, especialmente necesidades de pagos en situaciones muy concretas.

De acuerdo al artículo 137 del Código Orgánico Monetario y Financiero, se entiende por reservas internacionales al total de activos externos que posee el Banco Central del Ecuador en instrumentos financieros, denominados en divisas y emitidos por no residentes, que sean considerados líquidos y de bajo riesgo. Se trata de las divisas más utilizadas por el país en sus pagos al exterior, en especial en divisas diversificadas y de fácil aceptación.

Esta reserva, en el Ecuador, está compuesta de los depósitos de los bancos, los municipios y prefecturas, las empresas estatales, el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y otras entidades públicas. Allí no existen directamente depósitos del público. El oro, en tanto activo de refugio, también es parte de las reservas internacionales del Ecuador, las cuales son administradas por el Banco Central del Ecuador. En concreto, el papel de esas reservas sirve para guardar recursos de los indicados entes del sector público estatal y no estatal, así como también para preservar el encaje bancario legal o el auto-impuesto por los mismos bancos, que es más alto que el establecido legalmente.

Por si solas estas reservas no reflejan el estado de la economía. Por ejemplo, ya tenemos varios años con niveles relativamente elevados de reservas sin que por eso hayamos superado una situación de estancamiento económico, que empezó en el año 2015, y que se agravó con la doble pandemia: la sanitaria, la del COVID, y la económica, la provocada por la austeridad neoliberal.

Aceptemos un punto clave, en una economía dolarizada como la nuestra, es decir sin moneda nacional, esta reserva no tiene que defender el tipo de cambio. Es más, como reconocen acérrimos defensores de la dolarización, como los que conforman el Instituto Cato, pueden desaparecer las reservas y el mismo Banco Central, sin que por eso vaya a perder su valor el dólar estadounidense (divisa que, eso si, sistemáticamente pierde peso en el contexto geopolítico internacional).

Recordemos también que, en el Ecuador, estas reservas han sido utilizadas en varias ocasiones. Por ejemplo, el año pasado, el Banco Central transfirió al gobierno central unos 500 millones de dólares por concepto de casi 7,5 toneladas de oro físico de la reserva, como producto de las utilidades de una transacción comercial. Esta fue una forma directa de financiar el Presupuesto General del Estado, que ha sido empleada en gobiernos anteriores, sin que se haya escuchado reclamo alguno por parte de los actuales defensores de la intangibilidad de dichas reservas.

Pero hay más. También en esta misma época. En el año 2023, en los gobiernos de Guillermo Lasso y Daniel Noboa, se redujo a casi la mitad las reservas monetarias, cuando se hechó mano de 4.481 millones de dólares utilizando la figura de “pasivos derivados de convenios de liquidez”, para financiar también el Presupuesto del Estado. Recursos que fueron utilizados para sostener el servicio de la deuda externa e incluso para pagar salarios. Aquí cabe destacar que esos dólares salieron de los depósitos de varias entidades del sector público, que alimentan dichas reservas. Dos empresas públicas fueron las más afectadas: Petroecuador con 1.904 millones de dólares y CELEC con 497 millones. Justamente dos empresas que se quedaron sin los recursos necesarios para cumplir con sus funciones específicas.

Así, con un manejo adecuado de esos recursos se podría financiar las inversiones que debe hacer Petroecuador para incrementar la extracción de crudo, sin dar paso al atraco propuesto con la concesión del campo Sacha, por ejemplo. Inclusive, habrían sido recursos indispensables para financiar oportunamente los planes de mantenimiento del parque termoeléctrico y de reposición de las plantas que ya estaban obsoletas; lo que, evidentemente, habría evitado al país los costosos racionamientos de electricidad. Sobre estos temas no dicen nada los neoliberales, que no se cansan de despotricar contra el Estado y de reclamar por la privatización de estos sectores estratégicos.

En este contexto, estas reservas monetarias están allí, sobre todo, para servir de garantía para el pago del endeudamiento externo; otro tema frente al que los neoliberales guardan silencio y no entran a cuestionar si son recursos privados o públicos. Además, como resultado de esa doble moral en la interpretación de la reserva, los tenedores de la deuda pública resultan beneficiados, al asegurarles el pago de sus créditos pase lo que pase en nuestro país.

Recordemos, además, que, luego de haber caído las reservas en casi un 50%, sin que le haya sucedido nada a la dolarización, estas se incrementaron de 4.454 millones de dólares a fines del año 2023 a 9.230 millones hasta febrero del 2025, gracias a nuevos créditos, así como por la reducción del déficit fiscal, debido al incremento de los ingresos fiscales -por el alza del IVA: del 12 al 15%, por ejemplo- y la reducción del gasto e inversión del sector público. Blandiendo este doble “logro” -reducción del déficit fiscal e incremento de las reservas monetarias internacionales-, el gobierno actual dice haber salvado la dolarización, profundizando aún más la equivocada idea -compartida por las dos candidaturas finalistas- de que sostener la dolarización debe ser vista casi como la meta de todo el manejo económico y de que una salida de la misma ocasionaría un hecatombe, negando así la sola posibilidad de conseguir un manejo monetario más flexible para oxigenar una economía deprimida.

No cabe la menor duda que es fundamental administrar con mucha responsabilidad las reservas internacionales. Se debe actuar apegado a los principios de seguridad y liquidez, a fin de contar con recursos suficientes y de forma oportuna para atender las necesidades que se puedan presentar en momentos de grave crisis. Para citar un caso de actualidad, los destrozos provocados por los torrenciales aguaceros de esta época del año y también los ocasionados por la ruptura del Oleoducto Transecuatoriano, el SOTE, en la provincia de Esmeraldas.

En síntesis, como es obvio, esas reservas están allí para atender situaciones de urgencia y también bien podrían servir para conformar un fondo soberano, al que sumaría recursos de la seguridad social, con el fin de financiar proyectos que sean rentables y, que ayuden a reactivar el aparato productivo, siempre con criterios sociales y ecológicos.

No dudo que estas sugerencias ocasionarán nuevas angustias en la fanaticada neoliberal, que dice estar aterrada. No podemos quedarnos callados viendo como el país se cae a pedazos por el predominio de tantas visiones dogmáticas. No podemos mantener recursos económicos congelados mientras los tenedores de la deuda pública disfrutan de tranquilidad y bonanza, que les brinda la acumulación sin criterio de país de las reservas monetarias. En síntesis, precisamos hablar sobre todo de estos temas incómodos a los grupos de poder económico y político.-


24 de marzo del 2025

*Economista ecuatoriano. Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador (2007-2008). 


jueves, 3 de abril de 2025

 LA CONSUELO YA SENTENCIÓ

Por Jaime Cedillo F.
"El que te infunde miedo no busca protegerte, sino controlarte".
Fue implacable con los jugadores del carnaval en horas de oficina. Sin compasión, Consuelo dictó sentencia para los 31 funcionarios de la administración municipal, del área de avalúos y catastros, que dieron rienda suelta al derroche de agua potable, sin medir las consecuencias, de una administración que mide con dos varas, la una para los que no tienen palancas, y la otra, para los que son del círculo del mandamás, del que jugó carnaval con lluvia, truenos y relámpagos.
La justiciera impuso multas de 47 dólares para unos, y 23 para otros, es decir, para los que son y para los que no son. Pero los desenfrenados y escandalosos carnavaleros se salvaron de la destitución de los cargos, porque esta administración no se anda por las ramas, sino por los árboles completos, sino pregunten a los hijos adoptivos de la Cuenca patrimonial, o sea a los eucaliptos, lo que les está pasando por pasarse de la raya, por caerse en los momentos y lugares menos indicados.
Además, deberán cancelar, no sé si en partes iguales, los daños a los muebles de oficina, y todo mismo, que sufrió las consecuencias en ese fatídico día, para el olvido, donde cada desdichado era sentado en la "silla eléctrica", para recibir garrafones de agua helada, mientras un ruidoso aparato entonaba la canción que dice: "achachay aguacerito, no me vengas a mojar, porque soy un pobrecito, que no tengo que mudar", deberán pagar 3 mil dólares como reparación a semejante atentado a los bienes patrimoniales.
Consuelo: y para el que dio el mal ejemplo, cuál fue la sanción, porque para mi humilde entender, debía, hace rato, se destituido, por ese derroche de todo cuanto puede, a vista y paciencia de un concejo cantonal, al que hay que decirle: levántate y camina.
El Observador
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Ernesto Rodríguez