sábado, 13 de diciembre de 2025

 ELDatoEcua

#Urgente LAS CELEBRIDADES Y LA “MANO SUCIA”: EL CASTING PERFECTO PARA UN GUIÓN POLÍTICO.
La campaña “La mano sucia de Chevron” fue uno de los espectáculos mediáticos más ambiciosos del correísmo, una mezcla de activismo ambiental, propaganda política y producción cinematográfica al estilo Hollywood. En medio de ese guion cuidadosamente armado, desfilaron figuras nacionales e internacionales que posaron con la icónica mano negra sin entender —o sin preguntar— qué tan manipulado estaba el libreto. Actores, músicos, deportistas y celebridades fueron llevados a la Amazonía como si visitaran un set de filmación, mientras el equipo de comunicación del régimen montaba un relato donde el petróleo en la mano valía más que la verdad en los expedientes.
Entre los nombres que participaron estuvieron personalidades como Mia Farrow, Danny Glover y la actriz Daryl Hannah, René Pérez —Residente— y Eduardo Cabra de Calle 13, deportistas y presentadores que aceptaron la invitación bajo el supuesto de apoyar una causa ambiental legítima. Muchos de ellos jamás conocieron los detalles técnicos del litigio, nunca leyeron una pericia, ni supieron de las denuncias de manipulación de pruebas, siembra de pozas y presiones políticas dentro del propio proceso. Fueron, literalmente, actores dentro de una obra que no escribieron.
Con el tiempo, el caso Chevron terminó derrumbándose en tribunales internacionales, revelando lo que fue, una estrategia política cuidadosamente diseñada para construir enemigos externos y cohesionar la narrativa del poder. Las celebridades que posaron sonrientes con petróleo en la mano quedaron como extras involuntarios de un montaje que explotó emocionalmente la imagen de la Amazonía para fines que no siempre eran ambientales. Hoy, su participación no se recuerda como un gesto de solidaridad, sino como el ejemplo perfecto de cómo una causa legítima puede ser secuestrada por el espectáculo político.


  Nelson Mandela y el Juicio de 1964: El Discurso que Sacudió al Mundo

Hay momentos en la historia que no solo cambian el destino de un hombre…
sino el destino de un país entero.
En 1964, Nelson Mandela se enfrentó al juicio más importante de su vida:
el Juicio de Rivonia, donde el régimen del apartheid buscaba condenarlo a muerte por sabotaje y conspiración.
Los periódicos lo anunciaban como “el proceso que terminaría con la resistencia”.
El gobierno estaba seguro de que, una vez destruido el liderazgo del movimiento, el pueblo volvería al silencio.
Pero no sabían con quién estaban tratando.
Mandela no llegó al tribunal tratando de salvarse.
Llegó dispuesto a decir la verdad frente a quienes querían callarlo.
Un juicio que parecía una sentencia anticipada
La sala del tribunal estaba repleta: jueces, policías, periodistas, diplomáticos y espías.
Todos querían ver cómo aquel hombre que llevaba años desafiando al sistema iba a defenderse.
Las acusaciones eran graves.
La pena de muerte estaba sobre la mesa.
La tensión podía sentirse en el aire.
Y aun así, Mandela se levantó con serenidad.
No habló como un acusado.
Habló como un líder, como un hombre libre por dentro.
Un discurso que estremeció al planeta
Cuando llegó su turno de hablar, Mandela miró directamente a los jueces.
Su voz no tembló.
Su postura no cedió.
Y pronunció palabras que pasaron a la historia:
💬 “He dedicado toda mi vida a la lucha del pueblo africano.
He combatido la dominación blanca y he combatido la dominación negra.
He idealizado la idea de una sociedad democrática y libre…
un ideal por el que estoy dispuesto a morir.”
Ese día, la corte esperó escuchar súplicas.
Pero lo que escuchó fue una declaración de principios incomparable.
No hablaba para salvar su vida.
Hablaba para salvar la dignidad de millones de personas que habían sido privadas de sus derechos.
Un silencio que lo dijo todo
Cuando Mandela terminó, la sala quedó inmóvil.
Los jueces, que esperaban sumisión, escucharon coraje.
El gobierno, que esperaba miedo, escuchó claridad.
El mundo, que esperaba un preso político, encontró un líder global.
Mandela no había ganado el juicio jurídico…
pero había ganado el juicio moral de la humanidad.
La condena… y el nacimiento de un símbolo eterno
Finalmente, Mandela fue condenado a cadena perpetua.
Lo enviaron a la prisión de Robben Island, el lugar destinado a quebrar espíritus.
Pero su discurso cruzó océanos, inspiró movimientos, encendió la solidaridad internacional y sembró la semilla de lo que vendría años después:
✨ Su libertad.
✨ La caída del apartheid.
✨ La reconciliación de un país entero.
¿Por qué esta historia sigue viva?
Porque nos recuerda que hay ideales tan grandes…
que incluso la muerte no puede intimidarlos.
Que un solo hombre, con la convicción correcta, puede enfrentar a un sistema entero.
Y que la libertad no siempre empieza con una victoria, sino con la valentía de hablar cuando otros callan.
El día que Mandela dijo “Estoy preparado para morir”,
en realidad estaba diciendo algo más profundo:
👉 “Estoy preparado para cambiar el mundo.”


 


 


 


 Alcibiades Onofre 

PRESIDENTE DEL CONSEJO DE EDUCACIÓN SUPERIOR "RENUNCIÓ AL CARGO, PERO CON PIOLA": ‘’HAY DENUNCIAS QUE ATRÁS DE LA PRESIDENCIA ESTÁ UN GRUPO QUE MANEJA LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS EN EL PAÍS’’ DENUNCIA EL PERIODISTA ENRIQUE ALCIVAR
La renuncia de Pablo Beltrán Ayala como presidente del Consejo de Educación Superior (CES) ha destapado una de las acusaciones más graves en la historia del organismo: la existencia de un lobby de universidades privadas que operaría desde las sombras para controlar la institución y, según denuncias, impulsar el nombramiento de un extranjero como nuevo titular.
La salida ocurre justo después de que, en sesión del pleno, la consejera Carmita Álvarez denunciara que una compra de computadoras por más de USD 1 millón habría sido direccionada, presuntamente con participación de integrantes de la Comisión Interventora enviada por el propio CES.
Tras la denuncia, el pleno decidió destituir a Ana Lucía Pico Aguilar, miembro administrativo de dicha comisión. Más tarde, se conoció que Pico había sido asesora de Beltrán antes de ocupar ese cargo.
En su memorando oficial, Beltrán informó que ejercerá funciones hasta el 21 de diciembre, asegurando que busca una “transición ordenada y transparente”.
El CES es el organismo que acredita, supervisa y sanciona a las universidades del país. Que un grupo privado pueda influir en su presidencia pone en riesgo la autonomía, la calidad educativa y la transparencia del sistema de educación superior ecuatoriano.