La marcha del gobierno del "Nuevo" Ecuador, en Guayaquil, fue una pérdida de tiempo y recursos; miles de servidores públicos abandonaron sus puestos de trabajo, obligados. El "respaldo" fue multitudinario. En conclusión: mucho ruido y pocas nueces.
La que se viene, en Cuenca, en defensa del agua, esa si será una marea humana, un tsunami que acabará con el gobierno y su empresa minera. Quimsacocha no se toca, se conserva para las presentes y futuras generaciones. Será una marcha voluntaria, democrática, libre, sin sanduches, sin amenazas, sin pasar lista, sin traer gente de otras provincias; sin politiqueros oportunistas con el membrete de revolucionarios, que ahora nos pretenden meter gato por liebre, con falsas declaraciones. Ayer, festejaban el inicio de los trabajos de exploración minera, hoy, los mismos correístas hipócritas, se disfrazan de defensores del agua.
El pueblo azuayo y cuencano, tiene que estar atento para no dejarse sorprender, una vez más, por los judas, que quieren darse un baño de popularidad.
El Observador
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