Por: Enrique Gallegos
Excavaciones arqueológicas que con el respaldo de
las nuevas técnicas son cada vez más efectivas, nos dejan constancia que muchos
años antes de la Era Cristiana las paredes de Babilonia recogían la queja y la
protesta de los oprimidos. Una muralla y un carbón siguen siendo hasta hoy el
único modo de información y reclamo que los avasallados por el poder pueden
utilizar para hacer patente su derecho a la vida.
La tecnología, desde Gutemberg hasta hoy, siempre
“in crescendo”, ha facilitado el derecho a comunicarnos entre los humanos;
Espejo pudo hacer su periódico, que no duró mucho porque el Poder así lo
determinó; más tarde, al nacer formalmente el estado ecuatoriano, Flores,
nuestro primer presidente, fundador de “El Quiteño Libre”, también nuestro
primer periódico de la era republicana, fue el primero que clausuró el diario
que él mismo había fundado. Muchos de nuestros políticos recurrieron a la
creación de un periódico para poder expresar sus ideas y pensamientos: García
Moreno y Juan Montalvo se encuentran entre ellos. Fueron las eternas
necesidades del Poder las que frustraron el ansia incontenible de la ciudadanía
por informarse. El manejo de la información pasó a ser así, aquí como en el
mundo entero, el elemento más eficaz para acomodar la verdad de los hechos a
los intereses de los que nos gobiernan y su posesión o acceso a los medios a
través de cualquier pacto constituye la base que la Autoridad usa a su antojo,
con alguna muy rara excepción, para dominar los pueblos. Aquí podríamos
concluir que Información no es necesariamente Verdad y que en muchos de los
casos Información es sinónimo de Lucha y Combate de los pueblos para plantear
su Verdad que nunca coincide con la que los domina. Por estos días el Poder
Mundial vive sometido a una antinomia que lo angustia y lo hace cada vez más
peligroso: la técnica, más que los principios de papel plasmados en leyes y
constituciones, nos permite saber que existe una Verdad distinta a la que nos
expresan nuestros opresores y éstos buscan la manera de suprimir esa fuente de
información y conocimientos. De reducirla en su difusión, porque el miedo de
perder su Poder es el castigo más doloroso y cruel que sufre permanentemente el
que lo disfruta. Por ello los modelos nazi-fascistas se transparentan cada vez
más en su accionar en el planeta y no ha faltado un cultivador del humor negro
que afirma que quien realmente ganó la guerra fue Hitler. Sus métodos se nos
hacen más patentes todos los días. Hace un par de años fui invitado por el
aguerrido periodista cuencano Jaime Cedillo Feijóo a colaborar con la gran obra
de su vida: EL OBSERVADOR, la que acepté sin vacilar. El Diario que
supuestamente representaba la Revolución que he esperado toda mi vida y que me
había concedido un espacio para respaldar su propuesta, con todo el ardor que
caracteriza a mi temperamento, no soportó una crítica. Afortunadamente sucedió
pronto: dada la vía por la que ha optado la Revolución Ciudadana, el
rompimiento posterior hubiera sido más duro. Los quince años que en este 2013
cumple El Observador ponen de manifiesto la honestidad intelectual que informa
la carrera periodística de su Director. No ha hincado su rodilla ante los
prepotentes ni ante amenaza alguna. Es más, el desarrollo de la Historia
Política Contemporánea le ha puesto frente a frente con sus detractores y hoy
sabemos quién mantiene sus principios y quién los ha trastocado para satisfacer
apetitos. Desafiar a los tiranos demanda de una férrea voluntad y de un
abnegado sacrificio, porque esta tarea no puede ser comprendida a cabalidad, a
veces ni siquiera por aquellos que están cerca de uno, pero al final el premio
llegará: el que muere empuñando la espada de la Verdad entrará en la Historia y
vivirá para siempre. ¡Adelante El Observador, mientras más oscura está la noche
más cerca está el amanecer! Enrique Gallegos Arends
No hay comentarios:
Publicar un comentario