martes, 23 de noviembre de 2021

 La Constitución de Montecristi es Cartago. Una Asamblea belicosa, un Ecuador en vilo ante el virus de la “patria grande”: Cuba: en coma; Nicaragua, asfixiada; Perú en observación y Venezuela agonizando. Nuestras instituciones ecuatorianas, nuestra moral pública, nuestra gobernabilidad: casi, casi una tragicomedia cínica y negra, escrita por un comediante loco para un teatro de lo Absurdo.

“¿Puede el Ecuador seguir así?” es el título de la columna del Dr. Mauricio Gándara Gallegos en diario El Universo del miércoles pasado. “Estamos viviendo una pesadilla y no sabemos cuándo despertaremos: a la de la pandemia, parece que nos estamos acostumbrando a convivir con ella; pero parece que también con la anarquía, con los crímenes en las calles, en las cárceles, los jueces venales; a ratos podría creerse que es por el temor al contagio que los ciudadanos no salen a protestar como en otros tiempos, pero presentimos que desde muy hondo se está gestando una reacción de consecuencias impredecibles”.

Toda infección genera anticuerpos. La Carta Política del 2008 infectó la institucionalidad y la volvió baja, vil, oscura. Infectó la gobernabilidad y la volvió inestable como un castillo de arena que se viene abajo al primer lengüetazo de la marea. Contiene, sin embargo, los anticuerpos de las facultades del presidente de la República: la consulta popular y “la muerte cruzada”. La consulta popular establecida en el artículo ciento cuatro, literal dos para derogar la Constitución del 2008, y reponer la inmediatamente anterior, la de 1998; y la segunda, con la “muerte cruzada” establecida en el artículo ciento cuarenta ocho de la Constitución. Dos medidas que al ser asumidas con voluntad, fuerza y vigor permitirán intentar la resurrección de nuestra democracia republicana, ahora yacente en el baúl de los recuerdos muertos y las memorias tristes.

En cuanto a la “muerte cruzada”, el señor Lasso goza, ahora, de gran aceptación nacional por su excelente campaña de vacunación, por la confianza internacional que su Gobierno ha despertado y por su calidad humana, lo que le ponen en una condición muy favorable para disolver la Asamblea, -una gata que se está convirtiendo en pantera-, y en este proceso, ganar ampliamente una reelección como un presidente-candidato que lleve al menos cincuenta legisladores a la bancada del gobierno, mínimo necesario para que la gobernabilidad sea posible.

Y hay que volver a ser honrados, honestos, humanos. Gobernantes y gobernados debemos hacer lo posible para limitar los grandes males de un pasado ignominioso. El egoísmo social es tan malo como el crimen organizado. “Doy consejo a fuer de viejo. /Nunca sigas mi consejo. / Pero tampoco es razón/ desdeñar/ consejo que es confesión. /Todo necio / confunde valor y precio.” Y no envenenes el aire que respiran los demás.

“Hay que borrar a Cartago”, señor presidente Lasso. ¡Usted sí puede y debe!


SIMÓN ESPINOSA

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