viernes, 19 de septiembre de 2025

 

LA NURIA EN EL BANQUILLO DE LOS ACUSADOS
Por Jaime Cedillo F.
Y, la señorita Laura dijo: que pase la Nuria. Y, la correísta revolucionaria, pasó al banquillo de los acusados de la comisión de ética de la Asamblea Nacional, para ser juzgada y sentenciada por el grave delito de pedir a sus colaboradores, lo que se conoce con el triste nombre de diezmos, o sea, exigir que le entreguen mensualmente parte del sueldo a esos majaderos, para que ella pueda darse la buena vida.
Es que la Nuria, es de armas tomar, no se anda por las ramas, con ella se repite la historia, porque no es la primera ni será la última, que los "padres" y "madres" de la patria, obliguen a los necesitados a cumplir con la cuota, a las buenas o a las malas, aunque siempre es a la malas, con la amenaza de echarles del cargo si no cumplen con las exigencias.
Y, la Nuria ingresó tembleque a la sala donde la esperaba el pelotón de fusilamiento, no se hallaba, tambaleante, se ubicó frente a la interpelante que la increpaba con toda la artillería pesada, con las pruebas del delito, audios, mensajes de texto, documentos, y ella, como si nada, como si no fuera con ella, desentendida, taciturna, con una sonrisa burlona y el rostro desdibujado, con las mechas chorreadas, todo mismo chorreado.
Y, la demandante que exponía y exponía con lujos de detalles, con datos, con números, con santo y seña, y los demás miembros de la comisión, que escuchaban y escuchando las acusaciones. Los dardos fueron directos y contundentes. Las pruebas son irrefutables, por más que la diezmera se golpeaba el pecho negando, que no es verdad, que ella es una santa, que ya mismo le suben a los altares, solo falta el visto bueno del Vaticano.
Los correístas tienen un largo historial en materia de diezmos, la lista es larga, de lo que se sabe, de lo se hizo público, porque otras denuncias quedaron entre cuatro paredes, los perjudicados no se atrevieron a denunciar esa perversa práctica, que debe ser sancionada con todo el peso de la ley, para que algún día, no muy lejano, sea un mal recuerdo, una inmoralidad, sin nombre.
Se presentaron las pruebas de cargo y descargo, aunque descargo por dónde, imposible, la suerte está echada, en los próximos días, la comisión de ética presentará ante el pleno el caso, vendrá la votación, y si hay mayoría de votos (siempre que no haya pacto bajo la mesa), vendrá la censura y destitución de la Asamblea, y, además, tendrá que enfrentar un juicio penal ante las cortes de justicia, por cometer el delito de cohecho, eso que cometen aquellos que solicitan, aceptan u ofrecen dinero, regalos o favores a cambio de un acto relacionado con el ejercicio de la función pública.
"Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal, resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable".
El Observador

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