martes, 23 de septiembre de 2025

 

La gallada de mineros, ahora disfrazados de defensores del agua. El prófugo ordenaba y todos los sumisos obedecían. Defendían ardorosamente la destrucción de Quimsacocha, que la minería revolucionaria era lo indicado, lo ideal, el presente y el futuro. Amenazaron a los defensores del agua, a las comunidades, a las organizaciones, utilizaron el chantaje con el cuento de que si los cuencanos queremos el tranvía, entonces que acepten la minería, que es lo responsable, el camino, lo sensato, que lo demás es puras ganas de fastidiar.
Dieron todos los pasos, autorizaron la exploración, pusieron los vistos buenos, los sellos, y el páramo se fue llenando de equipos, de camiones, de ruidos infernales, con perforadoras de acero que se hunden en la tierra, llegaron los nuevos conquistadores, los depredadores, y de a poco van contaminando el agua con pozos llenos de químicos, matando flora y fauna.
No hay un solo responsable, son varios los cómplices de la tragedia, unos más osados que otros; hasta que el actual gobierno entregó la licencia ambiental para que la minera canadiense inicie los trabajos de explotación de los minerales que están el subsuelo, desoyendo el clamor del pueblo, los informes técnicos, las consultas, las manifestaciones; se acusan mutuamente, los que aprobaron la exploración y los que pusieron el visto bueno para la explotación, esos son los auténticos oportunistas, enemigos del pueblo cuencano y azuayo que está en pie de lucha.

"El hombre bueno no necesita de leyes para actuar responsablemente, mientras que el hombre malo encontrará la forma de eludirlas".
Cuenca ya decidió: Quimsacocha no se toca.
El Observador

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