viernes, 29 de agosto de 2025

 

¿PARA QUÉ LEER?
Alguna vez nos preguntamos, ¿para qué sirve leer? Y la respuesta parecería obvia y muy simple: para aprender. Pero no, el hábito de la lectura debe encaminarnos indefectiblemente a una respuesta profunda, mucho más compleja de lo que podamos imaginar. Pues, leemos para mejorar nuestra condición personal en cuanto a lo intelectual y lo espiritual, cualidades inmanentes que no se pueden soslayar. Sin embargo, también hay quienes leen por placer, pasatiempo, obligación o exigencia; posiblemente esto se ha ido tornando común día a día y, por supuesto, sobresalen como consecuencia el simplismo, la mediocridad o la degradación, en los que se ha sumido la sociedad irremediablemente.
Aún no se toma a la lectura como el arma eficaz para superar la ignorancia y combatir la alienación mental que pretende imponer el poder político; peor aún, no se tiene la certeza de que la lectura es el medio sustancial para la consecución de la libertad, que tanto se la invoca pero al mismo tiempo se la teme, porque falta mucho por aprender a ser libres y caminar con la frente en alto. A leer, entonces, despacio y con gran sentido analítico y crítico los textos que lleguen a nuestras manos.
Quien no tenga el hábito de leer habrá perdido la relación con la palabra y, por lo tanto, su capacidad de argumentación y de interpretación del mundo se anulará. "No sólo será un lector débil, también será un ciudadano débil, que preferirá la condición de súbdito, de voraz consumidor y de sumiso votante", ha dicho el escritor español Javier Marías. Por lo tanto, habrá perdido su calidad de persona humana: que no piense, no analice, no discierna, no disienta, no opine, no critique...
Los ciudadanos debemos ser la palabra que hablamos, porque "los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje", sentenció el filósofo y lingüista austríaco Ludwig Wittgeinstein. Entonces, seremos libres cuando tengamos la entereza de hacer escuchar nuestra propia voz: sin temores, sin compromisos, sin favores, sin cálculos, sin chantajes, sin coacción...

Fernando Balarezo Duque

No hay comentarios:

Publicar un comentario