miércoles, 11 de febrero de 2015


Alicia Miranda de Parducci

¿Libertad en las redes?

Es increíble que, justamente después del debate tan rico de las últimas semanas sobre el derecho a la libertad de expresión, se anuncie la aplicación de leyes para el control en las redes sociales.
Reprimir, amenazar, cohibir a los ciudadanos que quieren expresar sus críticas a los gobiernos de turno parece ser una práctica conveniente para intentar mantener engañado al pueblo y hacer prevalecer la propaganda oficial.
No lo entiendo, no lo acepto… Porque la opinión que otro tenga de mí… no debería afectarme o dañar… al contrario, podría ayudar y hacerme reflexionar para proponerme mejorar en lo que soy criticada o para reflejar una mejor imagen si hay errores de apreciación.
¿Cómo puede concebirse la actividad política sin críticas, sin comentarios, sin opiniones, sin bromas, sin el sentido del humor propio de nuestra idiosincrasia ecuatoriana y latinoamericana con las figuras públicas?
Todos somos seres políticos y hacemos política cuando comentamos lo que nos gusta o no, lo que estamos de acuerdo o no, lo que creemos que está mal o pésimo…
¿Cómo puede un gobierno saber lo que agrada o no a los ciudadanos si impone silencio o temor a las represalias?
Es muy importante para un líder conocer lo que piensan sus opositores, incluso sus seguidores que también tienen derecho a discrepar cuando no aprueban decisiones puntuales.
Puede ser que no sea agradable, que no guste para nada, que haya insultos, improperios y groserías en las redes… Sí, tal vez no sea siempre un discurso de altura el que se utiliza para criticar. Pero ese es el espacio de desahogo… Es la tertulia moderna… y si se censuran estas formas que las autoridades consideran ofensivas… entonces el intercambio entre fans y opositores se termina y por ende la posibilidad de mejorar un criterio, de enderezar una intención o proyecto.
Según mi opinión, el poner límites, amenazar, demandar reprimir o hacer abortar ideas y pensamientos contrarios esconde una actitud de miedo… de inseguridad… El que está seguro de sí mismo… de su integridad y coherencia no tiene miedo de ser criticado, aunque duela… e incluso calumniado porque su vida demuestra lo contrario.
Por supuesto que es más gratificante tener la aprobación total… pero si en la propia familia muchas veces no ocurre, en la política es imposible.
Resulta absurdo reprimir las voces discordantes, aunque desentonen o sean gritos de impotencia, ignorancia de las realidades, de incomprensión o simplemente de antipatía personal.
Los posibles excesos en el uso de la libertad de expresión en las redes no justifica la intención de coartar la necesidad y el derecho al intercambio en estos medios.
Lamentablemente, muchos se excusan en los ejemplos provenientes de la autoridad.
Imponer silencio, miedo, es herir de muerte a lo que resta de democracia y la forma perfecta de generar bombas de tiempo al reprimirse ideas y sentimientos…

¿Por qué no convertirlas en espacio de discusión y respeto también entre contrarios, deponiendo el orgullo, sin creerse intocables o perfectos…? (O)

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