domingo, 17 de mayo de 2015

El desayuno

Domingo, 17 de mayo, 2015


 

Francisco Febres Cordero
Mucho más conmovedor que el Día de la Madre, mucho más sobrecogedor que el anuncio de la visita del papa, mucho más estremecedora que la despedida a los tripulantes del Buque Escuela Guayas resultó el encuentro del excelentísimo señor presidente de la República con los (y las) asambleístas. ¡Qué ternura! ¡Ya lloro!
Es que los pobrecitos y las pobrecitas tuvieron que madrugar como nunca para estar puntuales en Carondelet, exactamente a las seis de la mañana, hora en que el excelentísimo señor presidente de la República había regresado ya de su paseo en bicicleta en que, por suerte, no se encontró con nadie que le diera yuca, porque todos los que hubieran podido hacerlo dormían profundamente desyucados.
Pero no fue eso lo que me conmovió, sino ver cómo los asambleístos y asambleístas acudían, nerviosos, apurados, sumisos, al llamado presidencial para recibir las instrucciones de su jefe supremo que, ya bien duchado, les recibió para darles el desayuno. Qué educaditos que estuvieron todos y todas. Qué bien peinadas y bien maquilladas que fueron ellas. Todos y todas se cuidaron de abrir la boca hasta para comer el pan, no fuera a ser que en una de esas se les escaparan los bostezos.
Cómo sería de agradable la reunión que el excelentísimo señor presidente de la República se mostró orgulloso de contar con un grupo legislativo atento a satisfacer sus más caros (es un decir) deseos. O sea sí creo que le ha hecho efecto ese spot que dice que es un dictador de buen corazón, a diferencia del que había antes. Ahora, en cambio, con qué cariño recibió a los asambleístos y asambleístas, quienes mostraron mucho agradecimiento por estar junto a su líder, tan bueno que les facilita el trabajo y les manda las leyes ya redactaditas para que ellos las aprueben levantando la mano, en una clara demostración de que en el gobierno de la revolución ciudadana hay total independencia de poderes: el un poder puede todo y el otro puede levantar la mano.
¿Ya les dio ternura a ustedes también? Es que ustedes son bien sensibles, francamente. Bueno, sí les reclamó un poco, pero con condescendencia. A unos les dijo, paternalmente, que mucho faltaban a las sesiones; a otros, que se escondían justo en el momento de las votaciones más difíciles; a otros, que no convocaban a sus suplentes. En eso marcó una diferencia con la Doris Solís que, bravísima, les reclamó a esos horribles asambleístos y asambleístas que no pagan las cuotas de 400 dólares mensuales para el partido y que, en algunos casos, tenían acumulado un vencimiento de 8.000 dólares que obligatoriamente tienen que pagar, porque a Alianza PAIS nadie le hace el chino.
Pero todo transcurrió en un ambiente dulce, pacífico, fraternal. Tanto que cuando se acabó el desayuno todos y todas salieron sonreídos, prometiendo elegir a las mismas chicas como si fueran nuevas y contentísimos porque en los siguientes dos años de sus funciones estarán al servicio de quien, como lo demostró durante las cinco horas que duró el encuentro, sí es capaz de portarse como un dictador de buen corazón que arma en su palacio un desayuno para, con la dulzura de la mermelada y la suavidad de la mantequilla, dictar a sus invitados las normas que deben seguir si quieren volver por otro desayuno. (O)

No hay comentarios:

Publicar un comentario