
87 votos en su contra y se requerían 91 para censurarla: se salvó la ex canciller María Fernanda Espinosa. ¿Cómo quedan los actores de este juicio político que duró nueve horas? ¿Quién gana y quién pierde?
- María Fernanda Espinosa (I): es indudable que ganó el round en la Asamblea Nacional. No solo impuso la fecha y la forma de comparecencia (por skype) sino que sumó ventajas políticas evidentes desde que se anunció el juicio político: los morenistas temían que empapele al Presidente en el caso Assange. Los correístas comprometieron votos a condición de que no se hable del hacker australiano, pero sí de la frontera norte. La oposición preparó el juicio en medio de ese escenario improbable para tratar de sumar 91 votos. Espinosa agregó otros dos hechos a su favor: su entrevista en el medio digital Hispano Post en la que se proclamó posible candidata a la Presidencia de la República y se distanció definitivamente de Moreno. Rafael Correa llevó agua a su molino al afirmar que podría aspirar al cargo de vicepresidente. Ese escenario sirvió a Espinosa para remover a su favor viejas lealtades entre morenistas y correístas. Su defensa consagró la ruptura con Moreno y su retorno al campo correísta. No tiene capacidad política para construir mayorías: tuvo la capacidad para neutralizar los votos necesarios y evitar la censura.
- María Fernanda Espinosa (II): Espinosa luce convencida de poder convertirse en la figura presidencial susceptible de capitalizar el electorado correísta. Y hacerlo bajo la etiqueta de un “frente progresista”; una fórmula que está copiando a Cristina de Kirchner en Argentina. En política todo es posible, inclusive tostar granizo, decía don Andrés Córdova. Sin embargo, la expectativa de Espinosa está anclada a la posibilidad de que Correa mantenga vivas sus opciones políticas. Un escenario que, si se mira el número de demandas que enfrenta, la fiscal Diana Salazar puede truncar en cualquier momento. Y eso sería fatal para Espinosa. Por lo demás, su triunfo en la Asamblea no se traducirá en réditos ante la opinión: ella no es popular y su condición de mantenida por parte de Lenín Moreno en Nueva York, otorgándole 1,2 millones de dólares para hacer campaña y vivir en un apartamento lujoso, no mejora su perfil electoral.
- César Litardo: sale mal parado de su bautizo político como Presidente de la Asamblea. Este juicio político era clave para él porque el caso Assange perfilaba la ruptura del gobierno con la política exterior impulsada por Correa. El actual Canciller, en efecto, además de dar un vuelco a las relaciones internacionales, reveló la documentación que puso en evidencia el manejo chueco e ideológico hecho por Espinosa en el caso Assange y su apoyo irrestricto a Maduro. Litardo mostró que no maneja el bloque morenista. Si hay un sambenito que arrastra este gobierno en la Asamblea es, precisamente, la ambivalencia política del bloque morenista. Esto autoriza a una parte de la opinión a concluir que morenistas y correístas se tapan con la misma cobija cuando se trata de fiscalizar ese pasado que compartieron al lado de Correa. Ese ambivalencia pesó en la gestión de Elizabeth Cabezas: Litardo la está imitando.
- Lenín Moreno: el Presidente sale mal parado del juicio político a Espinosa. Ella pretendió lavar su imagen endosándole todas las responsabilidades. Moreno -dijo Espinosa- sabía y autorizó lo que la Cancillería hizo en el caso Assange. Moreno termina salpicado en ese tema y en el mal manejo en la frontera norte que concluyó con la muerte de los dos periodistas de El Comercio y su conductor. En el juego semiótico de la política, Moreno es un damnificado. Correa ya está explotando esta derrota. Eduardo Mangas, esposo de Espinosa y ex asesor de Moreno, también lo está acusando (como lo hacen los correístas) de “persecución política”.
La derrota afecta a Moreno ante la opinión: permite que tome cuerpo la sospecha de que no quiso censurar a la ministra que más ha protegido. Esa sospecha cobija a todo el gobierno. No le será fácil explicar a la Ministra de la política que administra un bloque parlamentario que es una verdadera caja de Pandora. Un grupo movido por la vieja lealtad a Correa, los rabos de paja y la angustia que genera en sus miembros el futuro inmediato. Esos explica por qué Elizabeth Cabezas y Ana Belén Marín están fuera del país (sus alternos son correístas). Y por qué Ximena Peña, Marcia Arregui, Alberto Ochoa y Alberto Zambrano se abstuvieron… Premio consuelo: el gobierno puede decir que el 90% del bloque censuró a Espinosa. - Cristina Reyes: la principal interpelante es la principal damnificada. Reyes puede decir, como lo está diciendo, que solo faltaron cuatro votos y que esto prueba que morenistas y correístas se siguen dando la mano… O que Eduardo Mangas chantajeó a algunos asambleístas. El hecho cierto es que no logró llevar el juicio a buen término. Y que es producto de críticas: hasta en el gobierno dicen no entender el silencio que se impuso para no hablar del caso Assange y su estrategia de “concentrarse en la frontera, ser grosera y agresiva contra el gobierno, lo cual suministró un pretexto a los de Alianza País para no votar por la censura”. Resulta curioso que los socialcristianos armen un juicio político (lo mismo se puede decir de CREO y las otras bancadas) sin tener plenamente seguros los votos para la censura. Las evidencias de amateurismo en la oposición son, en este caso, incuestionables.
- Foto: Asamblea Nacional
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