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lunes, 3 de junio de 2019

Iván Espinel era demasiado avión

COLUMNAS
JUAN CUVI
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.


El caso de Iván Espinel da para recrear las páginas de la historia política nacional. Por supuesto, de la parte indecorosa –y cada día más inagotable– de esa historia. Si no fuera porque su trayectoria sintetiza los peores vicios de nuestra política, el personaje no debería ocupar la atención del público.
Espinel llegó a la vida pública a horcajadas del parentesco. Como primo de dos jerarcas del correísmo, no tuvo mayor inconveniente en encumbrarse en la burocracia estatal y legalizar un partido de bolsillo. Para esto último contó con la aquiescencia de un Consejo Nacional Electoral que fue diseñado desde las conveniencias y mañoserías de Aliana PAIS.
Como candidato marginal a la Presidencia de la República sirvió para justificar la imagen de consenso, diálogo y amplitud que buscó proyectar el gobierno de Moreno al inicio de su mandato. Espinel aceptó un ministerio desde el cual inició lo que parecía una fulgurante carrera política. De entrada quiso convertirse en una figura mediática que sobresaliera en el escenario político, pero terminó desentonando con la mansedumbre y la inercia impuestas por el Presidente. Tuvo que frenar con la misma contundencia con la que arrancó.
En el ámbito penitenciario, de Espinel dirían que era demasiado avión: quiso llegar a su destino antes que los demás. Pero en su apresuramiento, dejó en el camino demasiados cabos sueltos.
Apostó a recuperarse de su primer aterrizaje forzoso alquilando su membrete electoral a quien suponía que le podía sacar del atolladero. Y como nunca falta un roto para un descosido, encontró respuesta en el correísmo obtuso.
¿Qué significa en términos políticos que los seguidores del caudillo verde-flex hayan participado en las últimas elecciones cobijados por la lista 5? Pues, en principio, que deberían hacerse corresponsables por la suerte del partido, incluida la de su máximo dirigente. Al menos, y para guardar la compostura, deberían expulsar de sus filas al dueño y fundador del partido luego de su sentencia por lavado de activos.
¿QUÉ IMPLICACIONES ÉTICAS TIENE ESTE EPISODIO? PUES QUE LA DESCOMPOSICIÓN DE LA POLÍTICA NACIONAL LLEGA A EXTREMOS INIMAGINABLES. LA DESESPERACIÓN POR ALCANZAR UN ESPACIO DE PODER NO TIENE MIRAMIENTOS AXIOLÓGICOS. LA COHERENCIA Y LOS PRINCIPIOS IDEOLÓGICOS TERMINAN SIENDO RÉMORAS INCÓMODAS Y ANTICUADAS.
El problema es que los rabos de paja son interminables. Que Iván Espinel hoy esté preso por ese delito no constituye una casualidad. Es la consecuencia lógica de una forma particular de hacer política y de manejar la administración pública. Diez años de lenidad en la gestión del erario nacional destrozó la ética pública. Los herederos del gobierno más corrupto de la historia ecuatoriana no podían recalar en un casillero electoral diferente.
¿Qué implicaciones éticas tiene este episodio? Pues que la descomposición de la política nacional llega a extremos inimaginables. La desesperación por alcanzar un espacio de poder no tiene miramientos axiológicos. La coherencia y los principios ideológicos terminan siendo rémoras incómodas y anticuadas.
¿Qué consecuencias judiciales se derivan de esta enrarecida experiencia electoral? Pues que los términos del acuerdo deben ser investigados por la autoridad electoral, porque nadie en este país presta un membrete electoral gratuitamente.

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