
Lenín Moreno dijo lo único posible en este caso: que si alguna irregularidad se cometió en su campaña, él no sabía. No fue con su conocimiento y menos con su consentimiento. Y dos: que los organismos de fiscalización deben investigar (ver el hilo donde aparecen esos tuits).
Moreno se adelantó, el 7 de mayo, a la investigación de Fernando Villavicencio y Christian Zurita. “Si ustedes se hacen los tontos, yo me hago el pendejo y vivimos en paz”: lo dijo al referirse al tema del financiamiento de las campañas políticas. Lo dijo durante el lanzamiento del acuerdo nacional (ver el video). Según él, hay un mentira “más grande que una casa” que todos conocen. Una mentira social. E invitó al país a decirse la verdad. Él no la dijo. Pero luce claro que sabía que algo iba a salir sobre el aporte ilegal en su campaña presidencial de 2017 que, según el portal La Fuente, suma 7.720.000 dólares.
Lenín Moreno sabe que su aseveración es incontrovertible. Las declaraciones que los partidos y movimientos hacen ante el Consejo Nacional Electoral, son mentiras piadosas. Una campaña presidencial en Ecuador puede costar, según expertos en el tema, alrededor de 15 millones de dólares. La campaña para alcalde de Quito o Guayaquil puede costar de dos a tres millones de dólares. Pues bien: el CNE entregó por las elecciones de 2017, 1,342 652 dólares a Alianza País. Es el partido que más dinero recibió por esa campaña. Pero ese monto representa seis veces menos de lo que recibió de aportantes. Y once veces menos de lo que se considera que debió haber gastado (sin contar con el uso indiscriminado del aparato del Estado).
Esta realidad es peor si se mira lo que ocurre en la base de los cargos de elección popular. Ejemplo: un concejal gana en Quito 2 800 dólares. Ahora el alcalde Yunda suspendió el pago de teléfono celular y les quitó el carro. Copiando lo que ocurre en Guayaquil. Muchos aplauden esa supuesta política de austeridad. Pero si se mira de cerca, esa situación es totalmente ficticia. Porque es evidente que para ser elegido concejal se requiere tener una locomotora con mucho dinero o tener una gran billetera: se habla de alrededor de cien mil dólares. Pregunta: ¿quién hace esa inversión para ganarse alrededor de 2 500 dólares mensuales que es, con descuentos, lo que terminará llegando al bolsillo del concejal? Esas cifras explican ciertas vulnerabilidades que, a la postre, justifican el doble lenguaje y el doble estándar que son moneda corriente en los gobiernos seccionales o nacionales. En los hechos redondean esos sueldos con otros mecanismos o reparten espacios de poder -como hizo Mauricio Rodas- para que cada cual haga los negocios que se antoje.
Esta realidad sirvió al Presidente para plantar el escenario y tratar de borrarse de la lista de actores principales. En su fórmula –“si ustedes se hacen los tontos, yo me hago el pendejo”-, se licúan dos problemas: el aporte de las empresas y el aporte de entes públicos a su campaña. Los dos ilegales. Es evidente que hay entre sus aportantes empresas; algunas con sello evidente de haber salido favorecidas. Ejemplo (no restrictivo): Hidalgo Hidalgo colaboró con la campaña y Aurelio Hidalgo es ministro. Otras empresarios apoyan al gobierno de turno y mantienen (pura casualidad) un predominio absoluto en el mercado. Los Wright, por ejemplo. Moreno dice no saber nada de esos aportes.
No obstante, se sabe por los INA Papers, hackeados de su teléfono y el de su esposa, que hubo una reunión en Ginebra con grandes empresarios llevados por Santiago Cuesta justo antes de su regreso al país. Igualmente graves parecen los aportes, entre otros, de la Secretaria Técnica de Reconstrucción de Manabí y la Secretaría de Inteligencia. Le dieron dineros públicos a un partido político; esto además del uso vulgar que hicieron del aparato del Estado a favor de la campaña Moreno-Glas.
El Presidente tiene toda razón de creer que el país se cuenta cuentos sobre el financiamiento de las campañas. La suya lo prueba. Y tiene razón de pedir al país que se diga la verdad, para cambiar la farsa. Entretanto, no parece que sus tuits le alcancen para escurrir el bulto.
Foto: Presidencia de la República.
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