Heroína y mártir nacional, la voz fiscalizadora de la Asamblea está hoy en guerra. Ana Galarza pelea sus batallas con llantos libreteados e indignación desbordada. Se mira a sí misma como el blanco de una venganza correísta y una cacería de brujas, y está preparada para revelar a toda una red de corrupción. La opinión clama que lo haga.
Ella, lista para convertirse en leyenda, dedica palabras a su esposo abnegado y repasa una y otra vez su incansable labor por la patria. Nada parece importar más que sus relatos personales y pone en deuda al país entero frente a sus innumerables sacrificios. Ante tanto acto heroico, qué puede importar el uso fraudulento de la tarjeta magnética para ingresar a la Asamblea, qué puede importar la usurpación y simulación de funciones públicas, qué valor puede tener el supuesto piponazgo de sus asesores…
Una heroína como ella, una verdadera Juana de Arca criolla, no solo tiene valor: tiene amigos hasta en los medios que la defienden con vehemencia santa.
Chamorro, experto retratista de próceres, captó a la perfección a la asambleísta en acción.
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