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miércoles, 5 de septiembre de 2018

¿Por qué llega María Paula Romo al gobierno?

  en La Info  por 
La llegada de María Paula Romo al gobierno era una historia anunciada. Se habló de ella como candidata a la Contraloría, a la Procuraduría, al Senecyt… Ruido sin nueces, al punto de que ella tuvo que esclarecer, en sus cuentas sociales, que no le habían propuesto cargo alguno. Además, políticamente, decían sus amigos de Ruptura, ella estaba ocupada reflotando el movimiento que fundaron en septiembre de 2004 y que el correísmo eliminó del registro electoral en 2014.
Pero estaba anunciado que María Paula Romo entraría al gobierno. Se sabía desde que Juan Sebastián Roldán llegó, en marzo pasado, a la Secretaría particular del Presidente. Con él también volvió al gobierno Norman Wray, otro fundador del movimiento Ruptura de los 25. Los tres abandonaron el correísmo en 2011, cuando Rafael Correa anunció la consulta popular para meter la mano en la Justicia.
El peso político de Ruptura es directamente proporcional al derrotero que ha seguido el gobierno. En un inicio, Moreno quiso recomponer las bases de lo que fue el correísmo en Montecristi: indígenas, movimientos sociales y todas las siglas que dicen cobijarse bajo la izquierda. Un deseo poco compatible con el momento político del momento. Pronto, el Presidente unió a franjas del empresariado llamado a reemplazar, como motor de la economía, al Estado derrochador de la bonanza petrolera.
¿Y cuál es la estrategia política?
El derrotero anunciado por Moreno se evidenció en sus gabinetes donde ha habido de todo: correístas en prioridad. Militantes como Ricardo Patiño. Distantes como Augusto Barrera. Correístas supuestamente arrepentidos como Fander Falconi. Socialistas procubanos, como Patricio Zambrano. Indígenas de la vieja izquierda como Humberto Cholango. Militantes de Ruptura, fieles a Correa, como Alexandra Ocles. Cercanos a la Izquierda Democrática como Eva García. Empresarios como Pablo Campana… Pero esa alianza, tan dispar como en absoluto programática, se ha diluido. La ruptura con Correa y los suyos, consagrada con la salida de Ricardo Patiño, Paola Pabón y Virgilio Hernández, aceleró las cosas. El Presidente pareció entender que debía permanecer fiel a la tendencia y recomponer el campo de la izquierda que él, para salir del paso, llamó progresista. La renuncia de Augusto Barrera y otros militantes afines como Andrés Mideros, mostraron los límites y la fragilidad de reconstruir esta tendencia desde el gobierno. De hecho, hubo argumentos, para justificar ese alejamiento, que no fueron claramente demostrados: decir, por ejemplo, que el Consejo de la Judicatura Temporal entregó la justicia a los socialcristianos. ¿Qué prueban exhibieron? Que lo preside (durante máximo 9 meses) Marcelo Merlo…
La salida de Barrera terminó por graficar el momento político por el que atraviesa el gobierno: la predisposición por el fraccionamiento de la izquierda que Moreno quiere al lado suyo, la esterilidad política a la cual llegó el movimiento Alianza País y, lo más importante, la falta de una estrategia política en Carondelet que dé sostenibilidad y sentido a la acción de gobierno.
En ese marco, llega María Paula Romo al gobierno. Su presencia, la de Roldán y, menos pública, la de Norman Wray, subraya coincidencias de fondo con Moreno que no son menores. Y los convierten en animadores y figuras en un gobierno que arrastra cacerolas correístas y no termina de anclar una dirección que comunique el rol que se atribuye hasta el 2021.
¿Hacia una suerte de socialdemocracia? 
Romo es un peso político; Mauro Toscanini no lo era. Su presencia no solo se sentirá en el sello que imprimirá al Ministerio sino también en la dirección política en general. Roldán y Romo (posiblemente también Wray) representan (por fuera de las críticas que desatan por su pasado al lado de Correa) un polo político que palia, solo sea en parte, el vacío político que se siente alrededor del Presidente. Para Moreno también significa involucrarse simbólicamente con una marca (Ruptura de los 25) cuyo pasado político, en su relación con el correísmo, es similar al suyo. ¿Da esto lugar a una dirección política (porque no se ve con quién Moreno podría animar otra) en el gobierno; una suerte de social democracia reencauchada?
Habrá que ver con los días si con la presencia de Romo, Moreno quiere imprimir un sello político específico a su gobierno. El hecho cierto es que María Paula Romo llega en un momento en el cual el Presidente tiene que tomar definiciones políticas y económicas que sigue postergando y que la delicada situación económica vuelve apremiantes.

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