la Canciller, el pedófilo y la hechicera
La hijastra, menor de edad, le acusó de violación. La madre revictimizó a la hija violada, la acusó de mentirosa y se puso del lado del violador. La hija era solo su hija. El violador le ofrecía el poder que requería sus malas artes. Daniel Ortega y Rosario Murillo, son la pareja estrambótica, autoritaria y corrupta que detenta el poder en Nicaragua, desde hace diez años, con pretensiones de eternizarse. Venidos desde la guerrilla sandinista que derrocó al último de la dinastía Somoza, en 1979, pasaron hace largo rato al lado oscuro del mal y la perversión.
Los sandinistas eran en los 70 lo que los barbudos de Sierra Maestra fueron en los 60. Al son del Cristo de Palacagüina, de los versos de Ernesto Cardenal, la izquierda iconizó a Eden Pastora, el comandante Cero, y al comandante Ortega Saavedra, como ejemplos de revolucionarios morales que derrocaron una dictadura de Tacho y Hope Somoza, arquetipo de la oligarquía, imagen de la aristocracia, dibujada como el origen de la pobreza y la represión.
Ortega no era revolucionario. Era un arribista alzado en armas para apropiarse del patrimonio y del poder. Un pedófilo que se encubrió en la inmunidad parlamentaria, la prescripción del delito y el apoyo infame de la madre de la menor; hoy vicepresidenta de Nicaragua. Se apropió de una propiedad valorada en dos millones de dólares, de 900 metros cuadrados, con muebles y obras de arte incluidos, que fue expropiada a su dueño como expresión de la venganza contra los ricos somocistas. Ortega y su familia viven en esa casa, como el oligarca que fue su dueño, para tener el estilo de vida y la opulencia de quienes fueron desalojados del poder bajo la bandera de una revolución.
Rosario Murillo, la hermana de la canciller ecuatoriana, es un personaje que parece salido de la trama del Señor de los Anillos. Versión femenina de Gollum, vino de la misma matriz arribista de su pareja, el comandante Ortega. Y sus ideas revolucionarias, si las tuvo; la ética de quien lucha en armas contra una dictadura, si la tuvo, han sido reemplazadas por poses esotéricas, ademanes de hechicera, facha de vendedora de pócimas. Ahora que mataron decenas de jóvenes manifestantes, hartos del poder eterno de estos engendros, defendió a los asesinos excusándoles por supuesta defensa propia. Es la misma forma burda que Maduro ha usado, acusando de violentos a los desarmados que, con palos y cartones, enfrentan a sus represores armados con fusiles y balas.
La reacción de la izquierda chavista, en defensa del régimen turbio de Ortega y Murillo, desnuda esa escuálida moral que cierra filas para blanquear la corrupción y acusar de conspiración y sedición a la legítima rebelión contra el sandinismo torcido. En días anteriores, la señora Espinosa, pareja del sandinista Mangas, que funge de canciller a pesar del masivo alarido de que sea cesada, asistió en Managua a esos eventos floridos que arman los revolucionarios que sirven para esconder sus miserias, y con voz destemplada hizo la apología de Ortega, el pedófilo, el usurpador de propiedades monumentales, y de Murillo a la que llamó hermana y santificó como el prototipo de la mujer revolucionaria.
Ortega presidente y Murillo vicepresidenta, llevan encaramados en el gobierno diez años. Y al son del guión de sus iguales (Correa, Morales) manipulando cortes y leyes, lograron reformas para permitir una cuarta reelección. Su intención es legalizar la reelección indefinida (¿le suena parecido?). Anuló a la oposición con un domesticado ente electoral, controla jueces y tribunales y ya superó a Somoza en el tiempo de permanencia del poder.
Nicaragua está entre los primeros países en corrupción. Se sabe que la fortuna del comandante Ortega es varias veces superior a la que dejó Anastasio Somoza, luego de que fue hecho picadillo por un bombazo impune en Asunción. Se sabe que los hijos del comandante Ortega son prósperos en negocios de medios y en tráfico de influencias. Toda esta combinación entre poder ilegítimo, abusos, corrupción y represión es convertida por poemas y loas del chavismo, reunido en festivales de propaganda, en modelo y ejemplo. Así, con euforia y poca vergüenza discurseó la señora Espinosa, que funge de canciller, por la obstinación del presidente Moreno, cuyos oídos siguen cerrados a las aberraciones retóricas de su ministra, en sellada defensa de la inmoralidad de los secuaces que gobiernan Nicaragua y Venezuela.
Pero en medio de esas escenas de jóvenes asesinados por el infame gobierno que tiene secuestrada Nicaragua –déjà vu de la Venezuela del otro Duvalier del siglo XXI– los curas, los empresarios han decidido ser valientes. No parecen tan acomodados como lo que sucedió acá en Ecuador. El obispo Báez, conmovido hasta el llanto por las imágenes de los cuerpos caídos en las calles, arengó a los jóvenes, a mantenerse defendiendo su causa. Los empresarios cerraron el diálogo con el gobierno. Ortega retrocedió pero igual avanzó. Cerró medios de comunicación, censuró noticias y mostró que por defender su poder ilegítimo no escatimará en muertos.
Ojalá que la señora Espinosa, quien aún funge de canciller a pesar de que se sostiene en la turbia complacencia con las revoluciones corruptas, no sea electa para presidir la Asamblea General de NNUU. Porque, contrariamente a lo que los patrioteros sostienen, no será un orgullo, sino una vergüenza que la dama reciba validación a su adhesión a dictadores y asesinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario