Los AP son chavistas y maduristas hasta la victoria siempre
Hay hechos que ponen a prueba la pureza de pensamiento o ideología de las personas. Se trata de momentos en los que una persona o un colectivo demuestran su lealtad a determinada creencia sin importar argumentos o hechos que la cuestionen. La sesión 498 de la Asamblea Nacional, celebrada hoy jueves 15 de febrero, fue una de esas pruebas para la bancada de Alianza País.
Resulta que en esa sesión, tanto los sectores correístas y morenistas de Alianza País, confrontados aparentemente de forma irreconciliable por el tema de la consulta, demostraron ser irremediablemente chavistas-maduristas. Los dos sectores no pudieron ponerse de acuerdo minutos antes en el tema de la comisión que ejecutará legislativamente los resultados de la consulta. Pero coincidieron plenamente para bloquear una iniciativa, presentada por la legisladora Ana Galarza, para cambiar el orden del día y aprobar una resolución en solidaridad con los venezolanos por la crisis humanitaria e institucional que está atravesando su país.
Se trataba de un proyecto de resolución sin ningún efecto práctico en caso de haber sido aprobado pero que, de alguna forma, hubiera limpiado en algo la golpeada imagen de un país cuyo gobierno ha sido uno de los poquísimos que no ha expresado una sola línea de crítica a la forma en que se está manejando el poder en Venezuela.

El bloqueo a la resolución, respaldada por 57 votos, demostró que la matriz ideológica de casi todos los asambleístas que llegaron a la Asamblea bajo el auspicio de Alianza País, simpatiza con el modelo venezolano. Es decir, pierden su tiempo quienes albergan la esperanza de que el gobierno de Lenín Moreno se convierta en algún momento en una fuente de crítica hacia el régimen de Nicolás Maduro. Con la excepción de unas pocas abstenciones, la votación para no tener que tratar el tema venezolano contó con el apoyo de la casi totalidad del bloque verdeflex presente en la Asamblea. La decisión se produjo, además, en medio de un entorno internacional caldeado no solo por el hecho de que en los últimos días se registró un aumento en la salida de venezolanos que huyen de su país por la escasez de alimentos, producto del colapso del aparato productivo y la híper inflación, sino por la decisión de casi todos los países de la región, con la excepción de unos pocos incluido el Ecuador, de expresar su rechazo al gobierno de Nicolás Maduro. Un rechazo formulado a través de un comunicado de varias cancillerías, reunidas en Santiago de Chile, en el que se dijo que la presencia de Maduro en la Cumbre de las Américas, que se celebrará en Lima el 13 y 14 de abril, no es bienvenida.
Esta negativa se produce tres años después de que la Asamblea Nacional había aprobado, ahí sí, una resolución en solidaridad con el gobierno venezolano por las sanciones económicas impuestas por EEUU en contra de funcionarios acusados de corrupción o narcotráfico. Ocurrió el 29 de diciembre del 2014 cuando la entonces asambleísta María Augusta Calle, ahora embajadora de Lenín Moreno en Cuba, presentó un Proyecto de Resolución de Solidaridad ante las sanciones a la República Bolivariana de Venezuela por la aprobacion del Senado de los EEUU de una ley para imponer sanciones a los funcionarios del gobierno venezolano. En ese entonces, el razonamiento del correísmo, expresado en la palabra de la ahora embajadora Calle, fue que la decisión del senado estadounidense era una señal de “clara injerencia” en los asuntos internos de otro Estado. En ese entonces, la moción no estaba incluida en el orden de aquel día, pero el pedido de la asambleísta Calle bastó para que se apruebe aquello que, en cambio, el miércoles 15 de febrero del 2018 se negó. La resolución del 2014 incluía un exhorto al Consejo de Derechos Humanos y al Alto Comisionado de Derechos Humanos a tomar las medidas necesarias para impedir que se impongan sanciones al pueblo venezolano.
La decisión de la Asamblea en el 2014, cuando el gobierno de Rafael Correa mantenía una mayoría abrumadora en la Asamblea, y la del miércoles 15 cuando se supone que hay una división conceptual entre los asambleístas de Alianza País, prueban que la filiación y la simpatía ante el modelo político y económico del chavismo-madurismo en la bancada gobiernista sigue intacta y en perfecta sintonía con los sectores más rabiosos del correísmo. No es de sorprenderse, entonces, que el gobierno de Moreno y especialmente su Cancillería, hayan sido particularmente alcahuetes del despotismo del gobierno venezolano e insensibles ante la crisis humanistaria que se vive en Venezuela.
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