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martes, 16 de junio de 2015

Presidente, ¿todo esto para ser Robin Hood versión bolivariana?

Por José Hernández

Presidente,
Usted está a la defensiva. Pero, claro, como no lo había estado, disimula. Improvisa. El lunes pasó, en horas, de un discurso musculoso (no cederemos) a una retirada (provisional) honrosa: poner los proyectos de ley en la nevera “hasta que se agote el debate”. Una jugada que busca ganar tiempo, apagar los incendios que ha provocado, salvaguardar la paz hasta que venga-el-Papa-y-se-vaya, y luego devolver las leyes a la Asamblea para ser votadas. Una jugada inconstitucional a todas luces, porque la figura del retiro temporal no existe. Una jugada previsible porque usted no renunciará a esas leyes. Las necesita para la campaña de 2017.
El lunes a mediodía, usted se esforzó en hacer creer que la calentura callejera –que lejos de parar crece en el país– se debe a los proyectos de ley de herencias y de plusvalía. Es lógico que usted quiera obviar el hartazgo que ha producido en ocho años de exabruptos, represión, soberbia y arrogancia. Todo eso lo despachó usted en una sola frase: no tiene de qué arrepentirse.  
¿Quién hubiera pensando que Mauricio Rodas, alcalde de Quito, fuera a acolitarle ayer en Ecuavisa? Rodas ignoró alegremente, como lo ha venido haciendo, el hartazgo de marras. No es que él sufra de Alzheimer precoz: simplemente está empeñado, desde que ganó, en hacer creer que es alcalde por mérito propio. Y no: él es precisamente el mejor ejemplo, en Quito, del hartazgo. 
Usted quiere ganar tiempo porque viene el Papa y porque, por eso, debe calmar la convulsión que usted provocó. No obstante, su llamado a la paz hay que celebrarlo. No así, en cambio, su deseo de desprestigiar la protesta que más ha tenido de jolgorio y exorcismo que de guerrilla callejera. Es viejo el truco de deslegitimar el descontento mostrando a los cabreados como violentos. Ojalá no sea un intento absurdo de justificar, por adelantado, más represión.
¿Finge ignorar, Presidente, que su gobierno trae a Quito (y por lo visto desplaza a otras ciudades) algunos malencarados que, apenas verlos, espantan? Ellos son violentos. Por lo demás es poco ético y penosamente truculento mezclar lo que está ocurriendo con el 30-S. Y usted se expone a que algunos le recuerden las responsabilidades directas que usted tuvo en ese doloroso evento.
Decir que aquellos que ondearon banderas negras para recibirlo en Quito el domingo, también lo hicieron para defender a los banqueros del feriado bancario, pues arranca tibios aplausos entre algunos funcionarios obligados a oírlo en la Plaza Grande. Pero es una afrenta histórica. Una mentira que no le ayudará, Presidente, a ver lo que está ocurriendo ni a evaluar la realidad en su justa dimensión.
Usted volvió a falsear los hechos. Sus servicios de inteligencia, que están diseminados en las protestas, deben haberle dicho que la mayor parte de la gente que sale a la calle se autoconvoca. No tiene jefe. Ni recibe órdenes. Se obstina usted, sin embargo, en decir que hay asesores extranjeros confabulados con el poder mediático y asalariados agresivos. Y llama a los suyos a actuar con convicción. ¿Ve usted, Presidente, cómo sí funciona la sicología proyectiva? La convicción no está en sus rangos (funcionarios obligados, gente traída…) sino en la calle. Asesores debe haber de Cuba y el poder mediático es suyo, desde hace tiempo. El lunes, su gobierno obligó las radios a transmitir su discurso del mediodía y en la noche usted tuvo la Tv y largos minutos en CNN. La realidad es al revés de lo que afirma: así funciona su sicología proyectiva.
Para no admitir su desgaste político en el electorado urbano, usted habla de un poder oculto que manipula… de una extrema derecha que usted no identifica. Y habla, ante los funcionarios llevados a oírlo –que ni siquiera llenaron la Plaza Grande– de 1 500 personas que salieron a la calle en Quito, a exigirle que corrija, que ponga freno a su poder arrogante. ¿Por qué qué trastoca la realidad? ¿Acaso estamos en Cuba? ¿No ve usted, Presidente, cómo circulan las fotografías que muestran el volumen de cabreados en las redes sociales? Esa gente no está contratada. No es manipulada. No es de extrema derecha. Esas personas nunca aplaudieron el atraco bancario; fueron parte de sus víctimas. No están en la calle solamente por las leyes que usted quiere pasar para tener algo que decir en la campaña presidencial de 2017.
Ese es el motivo real de su tozudez y el discurso de ayer lo evidenció. Discurso peronista, discurso de un populismo ramplón. Usted se quedó sin plata ahora, y sin imaginario político hace tiempo. Usted perdió la clase media con medidas económicas, decisiones conservadoras y poses monárquicas. Sin votos suficientes, usted decidió resucitar de nuevo la guerra de clases. Usted –que ha enriquecido a los grupos más poderosos– necesita trofeos de guerra para 2017. Por eso le hace las cuentas a Guillermo Lasso. Y llega a cifras estrambóticas que usted no consideró las dos veces que fue a la casa de Lasso en 2006 a pedirle que apoye económicamente su campaña.
El discurso del lunes a mediodía no estuvo hecho para responder a la bronca callejera: usted lo pensó como discurso de campaña. Como si las movilizaciones que hay en el país las hubiera promovido todas el partido CREO. Es penoso comprobar que usted se niega a entender que si bien ganó las elecciones y debe gobernar hasta 2017, no tiene pasaporte para hacer lo que le parezca. En este punto –y en muchos otros– se diferencia una democracia de una dictadura. Los ciudadanos pueden exigirle que corrija. Y para eso no tienen que esperar hasta la próxima elección. Tampoco tienen que ir a la revocatoria del mandato que implica calificar la pregunta, obtener los formularios, recoger firmas y luego ir donde sus jueces electorales para comprobar –otra vez– el nivel de cinismo que envuelve a su gobierno. Pozo o Paredes, da lo mismo: la historia les cobrará.
Usted volvió al país el domingo y rehusa asumir el cambio cualitativo que que se dio en la ciudadanía. Usted cree que hubo barullo porque usted no estaba: quizá su presencia lo redoble. Mire las redes sociales. No es sensato, Presidente, desconocer los hechos, minimizar la calentura callejera, desafiar a la gente y patear el balón para adelante pretendiendo engañar a la gente. Mire las redes, nadie traga cuentos chinos.
Usted está obnubilado por la campaña del 2017. Y al ritmo que va, sus contendientes lo van a contratar como jefe de campaña. Su libreto es misérrimo porque consiste en polarizar al país, en atentar incluso contra las buenas cosas que ha hecho pensando en la producción y la modernización. Polarizar paraliza al país, bloquea la producción, asusta a los inversionistas. Usted se quiere convertir en el líder de los desheredados. Buscando esos votos. Creando la ficción política (que cualquier sociólogo desmiente) del 98% contra el 2%. Los muy ricos contra aquellos que no podrán dejar bien alguno a sus hijos…
Presidente, usted que es el jefe de los nuevos ricos del país está queriendo polarizar más al país porque usted quiere, por votos, jugar a ser Robin Hood versión bolivariana. ¿A eso quiere reducir usted el país? Ahora que se quedó sin plata, usted y Alianza País, ¿no tienen otro discurso que el de la guerra de clases? ¿Quieren celebrar ustedes la epifanía del odio?¿Tanta alharaca hicieron con los Ph. D. y los títulos de cuarto nivel para terminar en esto? Da grima, con su perdón, Presidente. Y que conste que la lucha por la equidad es un deber de cualquier demócrata. Pero no convirtiéndola en guillotina contra todo el país y en pretexto para amamantar un despotismo de cualquier tipo, por ilustrado que se diga.
La pelota está en su terreno, Presidente. Usted puede calmar el juego o seguir esparciendo gasolina. Usted puede seguir ignorando lo que pasa en la calle o hacerse cargo y entender que, ante el hartazgo, gran parte del problema y de la solución está en sus manos.

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